Mucha gente no comprende cómo o por qué algunas personas se vuelven
adictas a las drogas. Pueden asumir de manera equivocada que los
toxicómanos no tienen principios morales o suficiente voluntad y que
ellos podrían dejar de consumir drogas si sólo estuvieran dispuestos a
cambiar su comportamiento. En realidad, la drogadicción es una
enfermedad compleja y el dejar de consumir drogas no se da con la simple
intención de hacerlo. De hecho, debido a que las drogas cambian al
cerebro de tal manera que fomenta su abuso compulsivo, dejar de
consumirlas es difícil, aun para aquellos que están dispuestos a
hacerlo. Gracias a los avances científicos, ahora sabemos con mucha más
exactitud cómo las drogas trabajan en el cerebro y también sabemos que
la drogadicción sí se puede tratar exitosamente, ayudando así a que el
toxicómano deje de consumir drogas y vuelva a tener una vida productiva.
El abuso de drogas y la drogadicción tienen consecuencias negativas
tanto para las personas como para la sociedad. Según algunos cálculos,
el costo total del abuso de sustancias en los Estados Unidos —incluyendo
los costos relacionados con la pérdida de productividad, a la salud y
al crimen— excede los 600 mil millones de dólares anuales. Esta cifra
incluye aproximadamente $181 mil millones por drogas ilícitas, $193 mil millones por tabaco y $235 mil millones por alcohol.
A pesar de lo abrumadoras que son estas cifras, no logran ilustrar
cabalmente el verdadero impacto del abuso de drogas y de la drogadicción
sobre la salud pública, el que incluye la desintegración de la familia,
la pérdida del empleo, el fracaso en la escuela, la violencia doméstica
y el abuso infantil.
¿Qué es la drogadicción?
La drogadicción es una enfermedad crónica del cerebro, a menudo con
recaídas, caracterizada por la búsqueda y el consumo compulsivo de
drogas a pesar de las consecuencias nocivas para la persona adicta y
para los que le rodean. Si bien es cierto que la decisión inicial de
tomar drogas es voluntaria en el caso de la mayoría de personas, con el
tiempo los cambios que ocurren en el cerebro pueden afectar el
autocontrol y la habilidad del usuario para resistir los impulsos
intensos de consumir drogas.
Por fortuna, hay tratamientos que ayudan a contrarrestar los fuertes
efectos destructores de la adicción. Las investigaciones demuestran que
el mejor método de asegurar el éxito para la mayoría de los pacientes es
una combinación de medicamentos para tratar la adicción con la terapia
conductual. Se puede lograr una recuperación sostenida y una vida sin
abuso de drogas usando enfoques diseñados para tratar el patrón de abuso
de drogas específico de cada paciente conjuntamente con cualquier
problema médico, psiquiátrico o social concurrente.
Al igual que muchas otras enfermedades crónicas con recaídas, como la
diabetes, el asma o las enfermedades del corazón, la drogadicción puede
tratarse exitosamente. Sin embargo, al igual que otras enfermedades
crónicas, también es común que haya recaídas y que el drogadicto retorne
al consumo de drogas. Estas recaídas, sin embargo, no significan un
fracaso. Más bien son una señal de que se debe reinstaurar o ajustar el
tratamiento o de que es necesario un tratamiento alternativo para que la
persona recobre el control y pueda recuperarse.
¿Qué le pasa al cerebro cuando se usan drogas?
Las drogas contienen sustancias químicas que infiltran el sistema de
comunicación del cerebro perturbando el envío, la recepción y el
procesamiento normal de información entre las células nerviosas. Hay por
lo menos dos maneras que las drogas pueden hacer esto: 1) imitando los
mensajeros químicos naturales del cerebro y 2) sobreestimulando el
“circuito de gratificación” del cerebro.
Algunas drogas, como la marihuana y la heroína, tienen una estructura
similar a la de ciertos mensajeros químicos llamados neurotransmisores,
que el cerebro produce de manera natural. Esta semejanza permite a las
drogas “engañar” a los receptores del cerebro y activar las células
nerviosas para que envíen mensajes anormales.
Otras drogas, como la cocaína o la metanfetamina, pueden hacer que
las células nerviosas liberen cantidades excesivamente altas de los
neurotransmisores naturales (especialmente la dopamina) o pueden
bloquear el reciclaje normal de estas sustancias químicas en el cerebro,
lo cual es necesario para cortar el envío y la recepción de las señales
entre las neuronas. El resultado es que el cerebro queda saturado de
dopamina. La dopamina es un neurotransmisor que se encuentra en las
regiones del cerebro que controlan el movimiento, las emociones, la
motivación y las sensaciones placenteras. Normalmente, el sistema de
gratificación responde a los comportamientos naturales relacionados con
la sobrevivencia (como comer, pasar tiempo con los seres queridos,
etc.), pero cuando es sobreestimulado por las drogas psicoactivas
produce efectos eufóricos. Esta reacción inicia un ciclo vicioso de
refuerzo que “enseña” a las personas a repetir el comportamiento de
abuso de drogas que causó la gratificación.
Cuando una persona continúa abusando de las drogas, el cerebro se
adapta a estas oleadas abrumadoras de dopamina produciendo menos
dopamina o disminuyendo el número de receptores de dopamina en el
circuito de gratificación. El resultado es un menor impacto de la
dopamina sobre el circuito de gratificación, lo que limita el placer que
el usuario es capaz de derivar no sólo de las drogas, sino también de
acontecimientos en su vida que anteriormente le causaban placer. Esta
disminución en el placer obliga al drogadicto a continuar consumiendo
las drogas en un intento de lograr que la función de la dopamina regrese
a su nivel normal. Sin embargo, ahora necesita consumir una cantidad
mayor de la droga en un intento de elevar la función de la dopamina a su
nivel normal inicial. Este efecto se conoce como tolerancia.
El abuso a largo plazo también causa cambios en otros sistemas y
circuitos químicos del cerebro. El glutamato es un neurotransmisor que
influye sobre el circuito de gratificación y la habilidad para aprender.
Cuando el abuso de drogas altera la concentración óptima del glutamato,
el cerebro intenta compensar este desequilibrio, lo que puede
deteriorar la función cognitiva. Los estudios de imágenes del cerebro de
las personas drogadictas muestran cambios en las áreas del cerebro
esenciales para el juicio, la toma de decisiones, el aprendizaje, la
memoria y el control del comportamiento. En conjunto, todos estos
cambios pueden hacer que el toxicómano busque y use las drogas
compulsivamente a pesar de conocer las consecuencias adversas, y hasta
devastadoras que conlleva su comportamiento. Ésta es la naturaleza de la
adicción.
¿Por qué algunas personas se vuelven adictas a las drogas y otras no?
No hay un solo factor que determine si alguien se volverá drogadicto.
El riesgo de contraer esta enfermedad está influenciado por una
combinación de factores que incluyen la constitución biológica de la
persona, el entorno social y la edad o etapa de desarrollo en que se
encuentra. Mientras más factores de riesgo se tienen, mayor es la
probabilidad de que el consumo de drogas se convierta en adicción. Por
ejemplo:
-
Constitución biológica: Los genes con los que se
nace, en combinación con las influencias del entorno, son responsables
de alrededor de la mitad de las vulnerabilidades a la adicción. El sexo,
la etnia y la presencia de otros trastornos mentales también pueden
influir sobre el riesgo para el abuso de drogas y la drogadicción.
-
Entorno o medio ambiente: El entorno de cada persona
implica muchos factores, desde la familia y los amigos hasta el nivel
socioeconómico y la calidad de vida en general. Ciertos factores como la
presión social (de amigos o colegas), el abuso físico o sexual, el
estrés crónico y la calidad de crianza que les han dado los padres,
pueden tener una gran influencia sobre si la persona llega a consumir
drogas y si esto progresa a la drogadicción.
-
Etapa de desarrollo: Los factores genéticos y
ambientales interactúan con las etapas críticas del desarrollo humano
afectando la susceptibilidad a la adicción. Si bien el consumo de drogas
a cualquier edad puede llevar a la adicción, mientras más temprano se
comienza a consumir drogas, mayor es la probabilidad que éste progrese
al abuso y a la adicción. Lo cierto es que cualquier exposición a drogas
de abuso constituye un reto especial para los adolescentes. Como las
áreas del cerebro que gobiernan la toma de decisiones, el juicio y el
autocontrol aún se están desarrollando activamente durante la
adolescencia, los adolescentes pueden ser especialmente propensos a
comportamientos de riesgo, los que incluyen la experimentación con las
drogas de abuso.
La clave está en la prevención
La drogadicción es una enfermedad que se puede evitar. Los resultados
de las investigaciones auspiciadas por el NIDA han demostrado que los
programas de prevención que involucran a la familia, la escuela, la
comunidad y los medios de comunicación son eficaces para reducir el
abuso de drogas. Si bien hay muchos acontecimientos personales y
factores culturales que afectan la propensión de una persona a abusar
las drogas, cuando los jóvenes perciben que el consumo de drogas es
perjudicial, se observa una disminución en la tendencia a consumirlas.
Por lo tanto, la educación y el activismo comunitario son claves para
ayudar a los jóvenes y al público en general a comprender los riesgos
del abuso de drogas. Los maestros, padres, médicos y demás profesionales
de la salud pública deben continuar mandando el mensaje que la
drogadicción se puede evitar si la persona nunca consume drogas.
http://www.drugabuse.gov/es/publicaciones/drugfacts/el-abuso-de-drogas-y-la-drogadiccion